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4 DE FEBRERO DE 1878
Mazarredo determina las corrientes en el Estrecho de Gibraltar

Joseph de Mazarredo y Salazar

Seguramente, el oficial general más brillante de la Real Armada durante el XVIII fue D. Joseph de Mazarredo y Salazar, apodado «El bilbaíno» (nació en Bilbao el día 5 de marzo de 1745) caído en desgracia, ya en el XIX por su supuesto afrancesamiento, fruto de su enemistad con Godoy, al que podríamos calificar cómo el «destructor de la Marina de Guerra dieciochesca» pues, desde 1795 se abandonó la construcción naval, se mal pagó al personal… y muchas más cosas.
Mazarredo, desde joven oficial, destacó en todo y se contó con él para todo. Conocemos sus famosas observaciones por el método de las distancias lunares que tuvo que «reinventar», su esfuerzo por mejorar la construcción naval, sus obras públicas, su magnífica dirección de la academia de guardias marinas de Cartagena, la redacción de las Reales Ordenanzas del 1793… Pero hoy relataremos un hecho menos conocido, cual es el del título de esta efeméride.
El día 4 de febrero de 1782, cuando ejercía como mayor general (jefe del estado mayor) de la Escuadra del Atlántico, al mando de D. Antonio de Córdova, (CONVOY) averiguó, gracias a la observación metódica de su reloj (viendo la diferencia entre las situaciones estimadas con las velocidades tomadas con la corredera de barquilla, y las reales, por diferencia horaria o de longitud, tomadas con su reloj, navegando al E o al O del mundo), la fuerza de las corrientes en el estrecho de Gibraltar y, por ende, se pudieron calcular los grandes errores que ello suponía en la navegación por estima de los barcos en dicho Estrecho.
Ese mismo año, el día 9 de agosto de madrugada, el lucimiento del mayor con su reloj fue de lo más beneficioso para España pues, habiendo visto un fogonazo en el horizonte, contó en su cronometro los segundos que tardaba en llegar el sonido (63) y eso le llevo a calcular, tras deducir que debía tratarse de un convoy inglés, la distancia de 4 leguas a dicho convoy; con las primeras luces de la mañana la escuadra española apresó 51 de las 56 velas que, efectivamente, componían aquel convoy a la India, siendo una de las mayores presas efectuadas en alta mar en la historia naval, que proporcionó riquezas enormes al Real Tesoro, entre otras muchas cosas tres fragatas que pasaron a servir en la Armada española.

José María Blanco Núñez

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