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4 DE ENERO DE 1916
Nombramiento del general de brigada Manuel de la Barrera Caro como Director General de Seguridad

Toma de posesión del Director General de Seguridad, general De la Barrera. “El Mundo Gráfico”, 12 de enero de 1916

Tras el intento fracasado de su implantación entre 1886 y 1888, la Dirección General de Seguridad -primera denominación de la actual «Dirección General de la Policía», que estaba encargada de «la organización y ejecución de los servicios que comprende la Policía gubernativa»-, fue restaurada por Ley de 30 de diciembre de 1912. Como titular del nuevo centro directivo se designó a D. Ramón Méndez Alanís. El flamante Director General de Seguridad era Auditor de División del Cuerpo Jurídico Militar y, entre enero de 1909 y noviembre de 1910, había desempeñado el cargo de Jefe Superior de Policía de Madrid. Méndez ejerció el cargo de Director General de Seguridad hasta el 5 de diciembre de 1915, fecha en la que falleció.
Para sustituir a Méndez Alanís se eligió a otro militar, que en este caso presentaba una hoja de servicios más directamente relacionada con la seguridad pública española. Como era ya costumbre en los distintos regímenes de cualquier color político, el Gobierno volvía a confiar a la Guardia Civil los principales puestos de responsabilidad en las instituciones civiles de seguridad pública.
Manuel de la Barrera Caro y Fernández, cuyos primeros pasos en la milicia los realizó en Infantería, pasó a pertenecer al Cuerpo de la Guardia Civil en febrero de 1884, con el empleo de capitán. Conocedor de la isla de Cuba por sus antecedentes profesionales, de la Barrera fue destinado a los Tercios de la Guardia Civil de la isla, prestando en un primer momento sus servicios en la Comandancia de Cuba, tras lo que ejerció el mando de un Escuadrón de la Comandancia de Vuelta Abajo.
De vuelta a territorio peninsular desde febrero de 1890, en junio pasó destinado a la Comandancia de Málaga, ascendiendo a comandante en enero de 1894 y pasando a prestar servicio como segundo Jefe de la Comandancia de Cádiz. En septiembre del mismo año fue nombrado segundo Jefe de la Comandancia de Vuelta Abajo, en Cuba, pasando a desempeñar el mismo cargo en la Comandancia de La Habana en julio de 1895. En mayo de 1896 se le designó en comisión para desempeñar los cargos de Jefe de Policía de la provincia de la Habana y del Cuerpo Militar de Orden Público, a la vez que desempeñaba, desde agosto, las funciones de Secretario de la Subinspección de la Guardia Civil de Cuba.
Ascendido a teniente coronel de la Guardia Civil en 1897, en octubre de dicho año regresó a la península, y en mayo de 1898, se le confirió el mando de la Comandancia de Teruel, hasta su traslado como primer Jefe de la Comandancia de Cádiz en el mes de julio. En octubre siguiente pasó a ejercer el mando de la Comandancia de Sevilla, y en agosto de 1898 ascendió a coronel, haciéndose cargo del mando del 4º Tercio, con sede en Sevilla.
El 25 de enero de 1911 ascendió al empleo de general de brigada, quedando en situación «de cuartel». En esa época, en la Guardia Civil prestaban sus servicios dos oficiales generales del Ejército, si bien no tenían por qué proceder de la propia Guardia Civil. El primero era el Director General, de empleo teniente general; el segundo, el Secretario de la Dirección General, cargo que tradicionalmente fue desempeñado por un brigadier (empleo denominado general de brigada desde 1889).
Aunque en esas fechas los coroneles de la Guardia Civil que acreditaban los méritos adecuados pasaban, una vez ascendidos al empleo de general de brigada, a formar parte del Estado Mayor Central del Ejército, el ascenso de De la Barrera al generalato no impidió que siguiera prestando servicio en la Guardia Civil pues, aunque el cargo de Secretario de la Dirección General estaba ocupado por el general de brigada (procedente de Caballería) D. Víctor Sánchez Mesas, el Director General Martitegui estableció, en el seno de la Dirección General, «un servicio especial de inspección», al que nombró como Jefe al general De la Barrera con fecha 29 de marzo de 1911. El nuevo cargo sería responsable de realizar revistas de inspección a las diferentes Comandancias y Tercios de la Guardia Civil, a fin de verificar su estado de instrucción y adecuación a las directrices impartidas por el Director General.
Sin abandonar la Guardia Civil, en febrero de 1913 De la Barrera fue nombrado Secretario de la Dirección General del referido cuerpo hasta que, el 4 de enero de 1916, fue designado para desempeñar el cargo de Director General de Seguridad, siendo ascendido a general de división el 23 de julio de dicho año.
Durante su mandato al frente de la Dirección General de Seguridad, su condición de guardia civil le facilitó grandemente el ejercicio de su autoridad -consecuencia de su consideración de Jefe de los servicios de la provincia de Madrid- sobre los servicios de las Unidades de la Guardia Civil con base en la capital. De igual manera, sus antecedentes al frente del Cuerpo Militar de Orden Público de Cuba y de la Jefatura de Policía de La Habana le allanaron el ejercicio del mando sobre la Policía Gubernativa.
Los problemas de orden público surgidos en la Andalucía de 1919 aconsejaron la designación, en comisión especial, del general De la Barrera a dicha región, «para asumir la dirección de los servicios relacionados con el orden público». Esta circunstancia haría que el Director General de Seguridad dimitiera de su cargo, centrándose en su actividad en Andalucía. Finalmente, y por imperativo de la edad, dejaría el servicio activo el 7 de diciembre de 1919.
El ejemplo del general De la Barrera facilitaría la primera plantilla de Oficiales generales de la Guardia Civil procedentes del propio cuerpo. Así, como consecuencia de la plantilla de 3 generales de brigada asignados a la Guardia Civil por la Ley de Bases para la Reorganización del Ejército, mediante una Real Orden de 11 de diciembre de 1918 se establecieron, como vacantes propias, las de un general de brigada Secretario de la Dirección General de la Guardia Civil y dos generales de brigada Inspectores, teniendo los tres una dependencia directa del Director General. Desde ese momento podrán observarse uniformes de la Benemérita que lucen las divisas del generalato.

José Félix González Román

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