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19 DE DICIEMBRE DE  1834
Nacimiento del pintor Antonio Gisbert Pérez

Ejecución de los comuneros de Castilla (1860)
Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga (1888)
El rey Amadeo I ante el cadáver del general Prim

Nació el pintor Antonio Gisbert Pérez en Alcoy, de donde salió con catorce años hacia Madrid para formarse como pintor en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y donde recibió la protección y apoyo de José Madrazo. Tras un primer intento en 1854 por conseguir el Premio de Roma, lo logró en 1855, permaneciendo en la Ciudad Eterna varios años, en los que se formó como artista especializado en el género de pintura de historia. En ese período envió a España obras muy reconocidas e incluso premiadas en algunas Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, como Los últimos momentos del príncipe don Carlos (1858) o Ejecución de los comuneros de Castilla (1860).
Estos éxitos le llevaron a trasladarse a París, cima de las artes en aquellos momentos y desde donde continuó asombrando a propios y extraños y obteniendo nuevos reconocimientos, como sucedió en 1864 con El desembarque de los puritanos en América del Norte que, habiendo recibido una medalla de tercera clase en la Exposición Universal de París, también obtuvo en España una medalla de primera clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes y le valió la concesión de la Cruz de Caballero de la Orden de Carlos III.
Su ideología liberal supuso que tras el derrocamiento de Isabel II fuera nombrado en 1868 Director del Museo del Prado, puesto en el que fue confirmado por Amadeo de Saboya, al que conocía con anterioridad y con el que desarrolló un papel que podríamos calificar de pintor áulico o pintor de corte. Precisamente, la abdicación de Amadeo (11/02/1873), derivó en la renuncia de Gisbert a la dirección del Prado el 16 de julio de 1873 y su retorno a París, donde residió hasta su fallecimiento el 27 de noviembre de 1901, continuando con su estilo realista y académico frente a las nuevas corrientes estéticas que nacían y se desarrollaban en la ciudad del Sena, como la impresionista.
En esta segunda etapa parisina creó interesantes retratos y, de una forma especial, una de sus obras más señeras, el Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga (1888), obra encargada por el gobierno de Sagasta para el Museo del Prado.
La trayectoria artística de Gisbert estuvo marcada por una producción que abarcó diversos géneros pictóricos, pero determinada especialmente por el retrato y la pintura de historia. En el primero dio muestras de una habilidad excepcional, lo que hace de él uno de los grandes retratistas de la Historia del Arte, tanto en la captación de la personalidad del personaje retratado como en la ambientación, siendo de resaltar que esta actividad la desarrolló en los momentos en los que nacía la fotografía, la cual se empleaba en buena parte para realizar retratos. De muchos de los personajes retratados por Gisbert se conservan retratos fotográficos que confirman la buena dicción del artista.
La aportación de Gisbert a la Historia a través de los retratos se completa con la de los cuadros de historia que, entroncados en la moda del momento y potenciados por las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, nos han dejado una recreación de acontecimientos de nuestra Historia y que forman parte de nuestra retina colectiva, al haber sido utilizados asiduamente como ilustración en los libros de historia, con lo que muchos momentos históricos «los vemos» a través de la visión de Gisbert. Aún cabría ahondar en este concepto al tener en cuenta que en algunas ocasiones plasmó en sus lienzos situaciones que él mismo vivió, como ocurre con el cuadro El rey Amadeo I ante el cadáver del general Prim.

Jesús Cantera Montenegro

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