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A principios del siglo XVIII se inician las primeras pruebas de vuelo de globos aerostáticos, pruebas no tripuladas, al parecer en Brasil, Corona de Portugal y en Veracruz, México, Corona de España. Varios años después, en 1783 los hermanos Montgolfier lanzaron su primer vuelo de demostración pública en París y poco después en Versalles ante el rey Luis XVI. Todos ellos fueron con carácter civil y con algún animal como pasajero para meses después hacerlo con dos aeronautas.
Sin embargo, el primer vuelo de globo aerostático tripulado con fines militares de observación del campo de batalla, tiro de artillería o plazas sitiadas tuvo lugar en El Escorial ante el rey Carlos IV y el conde de Aranda el 14 de noviembre de 1792.
La demostración ante el rey fue el resultado de las pruebas realizadas en el Real Colegio de Artillería de Segovia, dirigidas por su profesor de química, Louis Proust y en la que tomaron parte tres capitanes profesores, dos cadetes y algunos artilleros del Real Colegio.
Tras la demostración, el conde de Aranda envió una misiva al Comandante del Departamento de Artillería de Segovia informándole del éxito obtenido en el vuelo del globo aerostático.
Aquella demostración llevaría al nacimiento de la Aerostación Militar que se concretó en el Servicio Militar de Aerostación, afecto al Arma de Ingenieros por Real Decreto de 24 de diciembre de 1884, con base en Guadalajara donde se encontraba ubicada la Academia de Ingenieros desde 1883.
Precisamente fue en el Servicio Militar de Aerostación donde se completó en 1906 el primer dirigible español diseñado por el científico Leonardo Torres-Quevedo, cuya fabricación fue realizada por la empresa francesa Astra, siendo los dirigibles empleados posteriormente en la Gran Guerra.
Sección de Pensamiento y Moral Militar