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12 DE DICIEMBRE DE 1930
La sublevación de Jaca

A lo largo de 1930, durante la «dictablanda» del general Dámaso Berenguer, los partidos republicanos acordaron que el día 15 de diciembre de ese año se produjera un levantamiento militar contra la Monarquía de Alfonso XIII, para proclamar la Segunda República Española. Este acuerdo nació en el seno del Pacto de San Sebastián, promovido por Alianza Republicana y firmado en agosto de 1930, sin que ninguno de los firmantes del mismo fuera revolucionario.
Los dos principales promotores de la operación fueron Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura, ambos católicos y moderados, estando implicados también Alejandro Lerroux y Manuel Azaña junto con los regionalistas y nacionalistas gallegos y catalanes. Los socialistas, que quedaron al margen de este pacto, se comprometieron a proclamar una huelga general.
En el Ejército había, también, oficiales pertenecientes a la masonería que estaban dispuestos a levantarse contra la Monarquía: entre ellos figuraban Ramón Franco y Gonzalo Queipo de Llano, y en ellos confiaban los firmantes del Pacto de San Sebastián para llevar a cabo la sublevación.
Fermín Galán Rodríguez, capitán de Infantería, llevaba destinado en el Regimiento de Infantería «Galicia» nº 19, en Jaca, desde junio de ese año, cuatro meses después de haber sido amnistiado de la prisión militar de Montjuich, donde había cumplido condena por haber participado en la «sanjuanada», conspiración militar que tuvo como finalidad derribar la Dictadura de Primo de Rivera en 1926.
Galán era uno de los principales propulsores del levantamiento militar previsto para aquel 15 de diciembre. Para ello contaba, entre otros, con la colaboración de los capitanes Ángel García Hernández y Salvador Sediles.
A finales del mes de noviembre de 1930, el director general de Seguridad, general Emilio Mola, tiene conocimiento de la trama republicana («comité revolucionario»). Sabe que uno de los principales implicados es el capitán Galán, pero en lugar de detenerlo, Mola, que lo conocía de los años de la guerra de África y utilizando esa amistad, le escribe el 27 de noviembre en los siguientes términos:

[…] sabe el Gobierno, y sé yo, de sus actividades revolucionarias y de sus propósitos de sublevarse con tropas de esa guarnición, el asunto es grave y puede acarrearle daños irreparables […] recuerde que nosotros no nos debemos ni a una ni a otra forma de Gobierno, sino a la Patria, y que los hombres y armas que la Nación nos ha confiado no debemos emplearlos más que en su defensa. Le ruego medite sobre lo que le digo y, al resolver, no se deje guiar por un apasionamiento pasajero, sino por lo que le dicte su conciencia. Si hace algún viaje a Madrid, le agradecería tuviera la bondad de verme […]

Galán se puso nervioso y como el «comité revolucionario» de los republicanos parecía dubitativo, y ante la posibilidad de cierre de los puertos que imposibilitaran el movimiento de tropas, decidió adelantarse.La tarde del 11 de diciembre, Casares Quiroga y dos delegados del «comité revolucionario» viajan a Jaca y «llegados a esta localidad a una hora intempestiva, duermen sin haber llegado a hablar con Galán».
El 12 de diciembre, a las cinco de la mañana, Galán subleva a la guarnición de Jaca, detiene al gobernador militar y sus tropas ocupan los centros de teléfonos, correos y la estación de ferrocarril, tras la muerte en un tiroteo de un sargento de la Guardia Civil y dos carabineros, que opusieron resistencia. A las once de la mañana, y desde el balcón del Ayuntamiento de Jaca, Galán y García Hernández proclaman la República y nombran la primera alcaldesa republicana, como símbolo del carácter estrictamente civil del levantamiento, organizando inmediatamente dos columnas que, comandadas por los capitanes Galán (por carretera) y Sediles (por ferrocarril), parten hacia Huesca.
Este movimiento se convirtió en un desastre: los golpistas fueron rápidamente neutralizados. Galán y García Hernández terminaron apresados, sometidos a juicio sumarísimo y fusilados el día 14. El capitán Sediles, también condenado a muerte, huyó a Francia y, posteriormente, fue indultado ante las movilizaciones populares.
En lo que se refiere a los responsables políticos, la Corona ejerció sobre ellos una sorprendente indulgencia.

José Emilio Roldán Pascual

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