La Revolución rusa se produjo en marzo de 1917. La oligarquía del país, liderada por Kerenski, logró que el zar Nicolás II abdicara por la situación caótica que vivía Rusia durante la Primera Guerra Mundial. Aquella Revolución acabó cuando los soviets de Lenin, en octubre de aquel año, se hicieron con el poder. Comenzó una tremenda guerra civil. En diciembre, Ucrania se declaró independiente y la familia imperial fue eliminada por los comunistas. El Ejército Rojo se impuso al Blanco y en 1922 se creó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ucrania entró a formar parte de ella. A partir de aquí, comenzó un régimen de terror en aquella federación de Estados impulsado por un genocida implacable, Josef Stalin, y después, por quiénes le sucedieron. El régimen totalitario comunista de la Unión Soviética se alió con Occidente en la Segunda Guerra Mundial. Cuando ésta acabó, se convirtió en el mayor enemigo del mundo libre hasta la caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS en 1991. Ucrania volvió a recuperar su independencia.
Ucrania se ubica como parte de en un amplio espacio libre y ausente de relieves accidentados en el que, en el periodo que nos ocupa, concurren tres imperios: el imperio Otomano, el imperio Habsburgo y el imperio ruso, así como también la Mancomunidad Polaco Lituana. Todos ellos han tenido en este tiempo su auge y caída. Esto ha provocado sucesivas alteraciones de los balances de poder en la zona que, a su vez, se han trasladado a su geografía convulsionándola. Como resultado, el territorio ucranio se ha visto fraccionado y repartido en diversas ocasiones dotándosele además de unas fronteras de geometría variable. Y su población ha sido objeto de diversos procesos, más o menos intensos, de asimilación cultural por parte del poder vigente. Ucrania, por su situación, quedó así envuelta en las madejas que recogían la Historia de los imperios que la rodeaban
Esta comunicación es continuación de la que trata sobre el Rus de Kiev. Como podrá comprobarse, el Rus fue muy anterior a la creación del Principado de Moscú. Moskou (Moscú) era una aldea perdida en el país de Souzdal. Tomó posesión de la misma Youri I, el 23 de marzo de 1147.
Pero los Grandes Príncipes descendientes de Rurik no convertirán a Moscú en su corte hasta final del siglo XIII, bajo el reinado de Daniel Alexandrovitch. A partir de aquí, será el Principado de Moscú la sede central del poder de los Grandes Príncipes rusos hasta la invasión de los mongoles, que dominaron todo el Principado desde principios del siglo XIII hasta mediados del siglo XV.
Será Iván el Grande quién acabaría con aquella dominación mongola.
Este trabajo aborda una descripción histórica del Rus de Kiev, surgido a mediados del siglo IX, que alcanzó su máxima extensión territorial a mediados del siglo X, ocupando un enorme espacio entre los ríos Vístula y Volga, y desde el Mar Báltico al Negro, en lo que hoy son los territorios, principalmente, de Rusia, Bielorrusia y Ucrania. Se analizan sus orígenes, vinculados a los asentamientos Varegos en el lago Ladoga y su extensión buscando el control del comercio fluvial con Asia, por el Volga, y con Bizancio por el Dniéper. Se describe su crecimiento y apogeo con los sucesivos príncipes de la dinastía Rúrika que ocuparon el trono de Kiev hasta que, la decadencia de la ruta comercial con Constantinopla y un sistema de sucesión mal resuelto, fragmento el reino en múltiples territorios feudales facilitando su conquista por los mongoles en el primer tercio del siglo XIII
Europa está asistiendo a un acontecimiento que nunca debería haberse producido, la invasión de Ucrania por las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa. Fiel a la finalidad con la que ha sido creada, la Academia de las Ciencias y las Artes Militares ha constituido una ponencia temporal para analizar los orígenes, desarrollo y consecuencias de ese conflicto. El conocimiento es la base para entender el mundo que nos rodea y nos permitirá, a cada uno de nosotros, entender los motivos de ese conflicto y formarnos nuestra propia opinión sobre cómo podría haberse actuado para evitarlo.